sábado, 12 de enero de 2013

La pobreza estructural el legado del Peronismo (II)

Conspiración y supuestos enemigos, conspiración por parte de los viejos monopolios que no quieren ver un proyecto nacional y popular para la Argentina y supuestos enemigos, aquellos que no creemos que este sea el camino, el que no opina igual es un enemigo de la patria y de la causa Nacional. Estas son algunas de las superfluas excusas que el kirchnerismo expresa y enarbola todos los días.
Pero lo cierto es que el Gobierno ha prolongado la mentira durante toda una década y por fin la sociedad más tarde que temprano empieza a despertar.
Aunque mal les pese a la Presidente y todo su séquito de aduladores hay que decir que más que combatir la pobreza, el régimen kirchnerista usufructuó a los pobres con todo el riesgo que tal conducta implica, a estos pobres los usó desmedidamente y los sigue usando a través de los subsidios para lograr imponerse en las elecciones y como fuerza de movilización para cuanto acto la Presidenta los necesite, pero claro está, sin sacarlos de su miseria ni de la pobreza, factor fundamental para seguir manteniendo el control a través de las dadivas.
            La explosión social argentina es hoy la crisis de los planes sociales, que la inflación carcomió mientras los sectores marginados perdían su dignidad y su conducta en el camino. No es otra cosa que el escenario tan temido y negado por el Gobierno, que ha debido recurrir a las fuerzas de seguridad estigmatizas para poder controlarlos.
            La principal responsabilidad es del Gobierno. A pesar del barullo de números y cifras con las que la Presidenta cansa en cada discurso, subrayando las bondades de su gestión inclusiva, la realidad es bastante distinta a la que se pinta en la abundante propaganda oficial.
            De haber mostrado interés por quienes en definitiva son parte sustancial de su electorado, de haber tomado en cuenta que las cifras del INDEC no son sino la ilusión que mantiene con vida al “modelo”, hubiera advertido que un malestar profundo se gestaba entre los sectores arrojados a la marginación.
            Hay un problema social evidente y persistente, en la Argentina ha crecido la exclusión social, el desempleo, la marginalidad y la inseguridad de manera exponencial durante la década kircnerista.
            Los bolsones de comida se han reducido en calidad y cantidad, los comedores también han reducido sus días de atención a la mitad en su mayoría y esto se debe a que el gobierno ya no puede seguir manteniendo toda esta maquinaria electoral que ha mantenido a través de los subsidios y la entrega de alimentos, ya la plata no alcanza.
            Hay tensión social, y esta tensión social no es más que el resultado de la inexistente política social que ha llevado el Kirchnerismo durante sus gobiernos. Hay necesidades reales de los argentinos, tenemos una sociedad partida donde la pobreza crece cada día más al amparo del desempleo, la falta de oferta laboral y el empleo en negro.
            El freno de la economía y sus efectos sociales podría ser una explicación suficiente, pero a ello se suman los conflictos políticos y sindicales y los problemas internos en el área de seguridad”, los cortes de ruta han crecido durante este último año y hemos sido testigos de dos importantes cacerolazos que no deben ser tomados a la ligera como lo hizo el gobierno ya que manifiestan la desaprobación de un importantísimo sector social con respecto al rumbo político de la actual gestión.
En la Argentina que viene el límite debe ser la pobreza, necesitamos más igualdad, más equidad, terminar con el asistencialismo y recuperar la dignidad para todo el pueblo, lograr el desarrollo económico e industrial para lograr el pleno empleo, el pleno acceso a la educación y recuperar la tan añorada movilidad social que la argentina supo tener.
Por un pueblo sin pobreza con dignidad, salud empleo, educación y ante todo para no tener un pueblo arrodillado ante el poder de turno a través del asistencialismo.

Pablo Eduardo Vázquez
12 de enero de 2013

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