sábado, 2 de febrero de 2013

Marginalidad y Desarrollo

La marginalidad en nuestro país es la variable que en forma directa actúa sobre cada estamento social y en la sociedad toda, promoviendo desajustes que invariablemente producen mini situaciones que no permiten promover y propender a una sociedad civil con igualdad de valores; y esto no es más que el producto de políticas excluyentes, injustas e inmorales.

Existe una especie de certeza en todos los habitantes de nuestro país de que el hecho de tener una organización nacional -llámese un Estado Organizado, una Constitución- es aceptado y respetado por todos los que tenemos la suerte de habitar este suelo, y principalmente por quienes tenemos la responsabilidad de gobernarlo. En ese orden de cosas, todos nos creemos incluidos, pero seríamos demasiado soberbios y ciegos si creyéramos que todo es tan fácil en esta sociedad actual.

Todos creemos que, abrazados a la Constitución, somos conscientes del convenio social que hemos aceptado, que nos garantiza cierta seguridad, que nos imponemos límites y nos aseguramos derechos.

Pero en un país como la Argentina, en el que los sistemas políticos -algunos con falencias y otros apostando a un régimen de moda como el neoliberalismo- excluyeron de la base productiva del país al 30% de la población, han creado -donde reinaba la clase media y la movilidad social- uno de los sectores de mayor crecimiento poblacional: los ciudadanos marginados.

Lejos de toda estructura social, expulsados del mismo sistema que los hizo nacer, estos mismos compatriotas se han dado sus propias organizaciones sociales fuera de ese Estado al cual nos referíamos. Promovieron sus propios códigos y sus propias medidas para poder sobrevivir por fuera de esta sociedad que los excluyó habiendo deformado los valores que ella misma dice promover.

Al mismo tiempo, nacía en nuestro país y en ese mismo grupo social, un incipiente pero marcada odio por aquellos que lo tenían todo y no daban respuesta a las necesidades de los que día a día eran más y más marginados. Y los poderosos fueron haciendo cada vez más grande su provocativa riqueza.

Este accionar produjo un choque frontal entre estamentos sociales generando una lucha de clases caótica, que se ve reflejada en el odio que los sectores “marginales” tienen por otros sectores considerados “privilegiados”; no ya aquellos que han acumulado riqueza en el proceso, sino todo aquel que ha logrado, aún tambaleante, mantenerse dentro del sistema.

La marginación es una figura similar a tener un país dentro de otro país; y se hace indispensable integrar urgentemente este gran sector poblacional mediante políticas activas para descomprimir en forma estructural el desarrollo institucional de este país, principalmente en cuestiones como la seguridad, la salud y la educación, por nombrar sólo cuestiones neurálgicas al desarrollo de cualquier sociedad civil.

Y es en referencia a la seguridad donde la marginación reinante muestra su más clara y cruda realidad en referencia al enfrentamiento de sectores de la sociedad. Esa enorme cantidad de personas que viven en un país paralelo a la sociedad argentina son los sectores sin trabajo estable que viven en el mayor estado de injusticia social y los jóvenes que carecen de futuro alguno porque no han recibido la educación suficiente y no cuentan con las herramientas indispensables para enfrentar la sociedad que se viene, en muchos caso no han visto a sus padres -si tiene la suerte de poder tenerlos- trabajar en forma estable.

Son jóvenes que han sufrido toda clase de abusos e injusticias, promoviéndose en ellos un odio hacia la sociedad toda y mostrando una crueldad inusitada -por ejemplo hacia ancianos que han logrado cierta estabilidad en esta sociedad- mostrando que esto no se soluciona con mayores fuerzas policiales ni con mano dura, sino con la total superación de este estado de marginalidad , promoviendo políticas activas y directas sobre este sector o franja muy amplio de nuestra sociedad, asimilándolos a nuestra movilidad social.

En referencia a la salud, con la caída y exclusión de amplios sectores medios la movilidad social fue inversa y aplastó sin consideración a los sectores menos pudientes de la sociedad. Es en este movimiento caótico y sin posibilidades de superación -ya que el Estado de Bienestar fue suprimido por Decreto- en el que los sectores medios perdieron sus excedentes y decididamente salieron en reclamo de la salud pública, que no estaba ni está en condiciones ni estructurales ni económicas, de poder responder con eficiencia.

Finalmente, y en relación a la educación, creemos que es el último y más importante paso para superar y asimilar todos los grupos masivos de marginalidad social, ya que se debe repensar el sistema educativo implantado en forma inmisericorde contra los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad por el neoliberalismo.

Debemos, como actores de esta sociedad civil, recuperar nuestro patrimonio como Estado. Debemos recuperar nuestra decisión sobre todo lo referente a energía y conjuntamente con esto socializar los medios de producción energética.

Debemos, decíamos, actuar con madurez y ser un Estado Soberano, pero con la adultez de una Nación que ya ha sufrido los efectos de sus propios errores.

02/02/2013

martes, 22 de enero de 2013

La pobreza estructural el legado del Peronismo (III)

Seguimos aportando datos y posicionamientos a fin de fortalecer nuestro planteo y en tal sentido es hora de hablar de dos sectores que durante esta década de gobierno K siguieron retrocediendo, a pesar que desde la conducción política del gobierno lo nieguen, estos son los jóvenes y dentro de este segmento social las mujeres.
            Este sector comprendido por aquellos jóvenes menores de 30 años según propias estadísticas oficiales, la falta de oportunidades, el desempleo, el trabajo en negro o informal,  el trabajo de medio tiempo, y la pobreza estructural han crecido de manera contundente durante toda la década. No se trata de un fenómeno circunstancial sino persistente incluso después de la crisis de 2001/02 y que se hizo crónico con la normalización económica. Cabe destacar que este fenómeno sería un dato importante que restringe el acceso a la educación superior a gran proporción de jóvenes.
La mayor parte de los jóvenes desempleados provienen de hogares de escasos recursos, muchos de los cuales se encuentran en situación de pobreza. Se genera con ello un círculo vicioso de transmisión intergeneracional de la pobreza. Que esos jóvenes busquen incorporarse en forma temprana al trabajo ante la necesidad de empleo debido a la fragilidad económica del grupo familiar condiciona la culminación de los estudios que se requieren para el acceso a un empleo de calidad.
            Estos jóvenes se ven imposibilitados de obtener salarios dignos, trabajo seguro y por consiguiente no tienen la posibilidad de acceso al crédito, ni al ahorro, se ven reducidos al día a día sin tener la posibilidad de generar un futuro mejor, ni hablar de la tan ansiada movilidad social. Están obligados a vivir con sus padres, en asentamientos y barrios marginales, hacinados y en viviendas precarias. Se calcula que hay 900.000 jóvenes que no tienen lugar propio para vivir, trabajo y viven mal.
Estos jóvenes y más aún las mujeres, registran tasas de desempleo que triplican la de los adultos y los que consiguen algún empleo, son precarios o en negro.
Pero los jóvenes que acceden a una educación superior tampoco se encuentran en una buena posición a la hora de la búsqueda de empleo ya que el trabajo calificado también ha caído en los últimos años en nuestro país y el consiguiente salario se ha visto depreciado ante la fuerte desaceleración económica que estamos experimentando.
En los grandes centros urbanos y en especial en la Provincia de Buenos Aires, hay un conjunto de problemas que no tienen que ver con el hambre, sino con el mal vivir. Estar hacinado, no tener trabajo o tener trabajo precario o en “negro” genera vivir mal.
Este gobierno se fortaleció durante todo este tiempo con sus famosos planes sociales en vez de la búsqueda e implementación de políticas tendientes a incrementar el empleo como así también a fortalecerlo y mejorar las condiciones laborales de todo el conjunto.
Estos Planes sociales generaron un cierto desahogo para los sectores más castigados y pusieron una importante cantidad de circulante en el mercado interno, pero la falta de dinero en la actualidad por parte del gobierno para aumentar las dádivas a la que ya acostumbró a una porción importante de la sociedad y la inflación desenfrenada y fuera de control que niega el gobierno termina complicando todo y volviendo a estas personas a la misma posición que se encontraba.
Mucha gente atraviesa un proceso de sobreendeudamiento. Es decir, accede a más productos pero tiene menos plata. Se ha perdido la referencia con la inflación. Sobre esa base, hay un problema específico con los jóvenes: hay un millón de jóvenes en todo el país que no estudian ni trabajan y casi la mitad está en el conurbano bonaerense, donde el “exitoso” Gobernador Scioli no parece tener ninguna política eficiente para combatir este flagelo, en realidad el Gobernador Scioli no parece tener ninguna política para ningún área específica de su gobierno y su supuesta gran imagen positiva dentro de las encuestas constituye uno de los misterios más grandes en la actualidad para el que escribe.
Esos jóvenes no tienen horizonte y van retrocediendo cada día más hacia un estado de marginalidad absoluta pero esto no es solo historia reciente, de esto el peronismo sabe mucho ya que estos sectores siempre fueron sus clientes preferidos y estas políticas clientelares que de ninguna manera reparan la situación del individuo lo ponen de rodillas ante el poder político haciéndolo dependiente absoluto, pero lo que es peor, que jamás podrá cambiar esta situación y cada día será más dependiente y estará más alejado de la posibilidad de tener un futuro mejor.

Pablo Eduardo Vázquez
20 de enero de 2013


sábado, 12 de enero de 2013

La pobreza estructural el legado del Peronismo (II)

Conspiración y supuestos enemigos, conspiración por parte de los viejos monopolios que no quieren ver un proyecto nacional y popular para la Argentina y supuestos enemigos, aquellos que no creemos que este sea el camino, el que no opina igual es un enemigo de la patria y de la causa Nacional. Estas son algunas de las superfluas excusas que el kirchnerismo expresa y enarbola todos los días.
Pero lo cierto es que el Gobierno ha prolongado la mentira durante toda una década y por fin la sociedad más tarde que temprano empieza a despertar.
Aunque mal les pese a la Presidente y todo su séquito de aduladores hay que decir que más que combatir la pobreza, el régimen kirchnerista usufructuó a los pobres con todo el riesgo que tal conducta implica, a estos pobres los usó desmedidamente y los sigue usando a través de los subsidios para lograr imponerse en las elecciones y como fuerza de movilización para cuanto acto la Presidenta los necesite, pero claro está, sin sacarlos de su miseria ni de la pobreza, factor fundamental para seguir manteniendo el control a través de las dadivas.
            La explosión social argentina es hoy la crisis de los planes sociales, que la inflación carcomió mientras los sectores marginados perdían su dignidad y su conducta en el camino. No es otra cosa que el escenario tan temido y negado por el Gobierno, que ha debido recurrir a las fuerzas de seguridad estigmatizas para poder controlarlos.
            La principal responsabilidad es del Gobierno. A pesar del barullo de números y cifras con las que la Presidenta cansa en cada discurso, subrayando las bondades de su gestión inclusiva, la realidad es bastante distinta a la que se pinta en la abundante propaganda oficial.
            De haber mostrado interés por quienes en definitiva son parte sustancial de su electorado, de haber tomado en cuenta que las cifras del INDEC no son sino la ilusión que mantiene con vida al “modelo”, hubiera advertido que un malestar profundo se gestaba entre los sectores arrojados a la marginación.
            Hay un problema social evidente y persistente, en la Argentina ha crecido la exclusión social, el desempleo, la marginalidad y la inseguridad de manera exponencial durante la década kircnerista.
            Los bolsones de comida se han reducido en calidad y cantidad, los comedores también han reducido sus días de atención a la mitad en su mayoría y esto se debe a que el gobierno ya no puede seguir manteniendo toda esta maquinaria electoral que ha mantenido a través de los subsidios y la entrega de alimentos, ya la plata no alcanza.
            Hay tensión social, y esta tensión social no es más que el resultado de la inexistente política social que ha llevado el Kirchnerismo durante sus gobiernos. Hay necesidades reales de los argentinos, tenemos una sociedad partida donde la pobreza crece cada día más al amparo del desempleo, la falta de oferta laboral y el empleo en negro.
            El freno de la economía y sus efectos sociales podría ser una explicación suficiente, pero a ello se suman los conflictos políticos y sindicales y los problemas internos en el área de seguridad”, los cortes de ruta han crecido durante este último año y hemos sido testigos de dos importantes cacerolazos que no deben ser tomados a la ligera como lo hizo el gobierno ya que manifiestan la desaprobación de un importantísimo sector social con respecto al rumbo político de la actual gestión.
En la Argentina que viene el límite debe ser la pobreza, necesitamos más igualdad, más equidad, terminar con el asistencialismo y recuperar la dignidad para todo el pueblo, lograr el desarrollo económico e industrial para lograr el pleno empleo, el pleno acceso a la educación y recuperar la tan añorada movilidad social que la argentina supo tener.
Por un pueblo sin pobreza con dignidad, salud empleo, educación y ante todo para no tener un pueblo arrodillado ante el poder de turno a través del asistencialismo.

Pablo Eduardo Vázquez
12 de enero de 2013

miércoles, 9 de enero de 2013

La pobreza estructural el legado del Peronismo (I)


En la Argentina de hoy cada día es mayor la distancia entre la ficción kirchnerista y la realidad y ya no alcanza con discursos populistas para disfrazar la situación que vivimos cada uno de los argentinos.
            Cada vez queda mas evidenciado que los cacerolazos del 13 de septiembre y el 8 de noviembre no fueron manifestaciones aisladas de la clase media demostrando su descontento por no poder especular con el dólar debido al cepo cambiario ni por las dificultades que esto genera de vacacionar en el exterior, tampoco fueron manifestaciones fogoneadas desde las corporaciones “profetas del odio y el desánimo”. Esta es la lectura oficial que el Kirchnerismo realizó de tales manifestaciones y que dejan bien claro como el gobierno ha perdido la iniciativa, la capacidad de respuesta y por sobre todo la capacidad de lectura de la actualidad social.
La Argentina ha tenido una década de fuerte crecimiento económico pero este crecimiento no tuvo correspondencia con un cambio de raíz en la estructura social, mas allá de que la Presidenta continuamente en sus discursos recalca el carácter inclusivo de su modelo supuestamente “Nacional y Popular” y como ya hemos venido sosteniendo desde mucho tiempo atrás que esto es una de las grandes falacias del Kirchnerismo y que a través de este discurso trata de ocultar la verdad de su modelo que es favorecer al empresariado adicto al Kirchnerismo como por ejemplo y para citar a uno solo, podemos mencionar a Cristóbal López entre tantos otros.
            Como dijimos la raíz de la estructura social no ha cambiado desde la crisis del 2001, la marginalidad y la pobreza en nuestro país hoy representa y afecta a mas de 10 millones de argentinos y si a este número le sumamos los otros 6 millones de personas que son sostenidas por medio del asistencialismo y los planes, queda claramente al descubierto que durante la década K, la pobreza y la marginalidad en la Argentina ha crecido de manera sustancial.
            De igual manera y al mismo tiempo los más ricos son más ricos y los más pobres más pobres, las distancias en la argentina entre ricos y pobres ha crecido estrepitosamente y esto tampoco se condice con el falaz discurso K.
Estos sectores tan castigados por la desigualdad, la falta de equidad y sobre todo ante la falta de acceso a la educación y el empleo, sin posibilidades de ser parte del contrato social se ven sin presente y sin futuro y han elaborado una sub cultura propia un contrato social propio y por consiguiente una manera de vivir que los atrinchera en la marginación,  abriendo una brecha entre ellos y el resto de la sociedad. Aquí es donde entendemos que se genera una de las primeras y principales causas de la inseguridad en nuestro país, tenemos una sociedad fragmentada, partida, tenemos dos sociedades la que vive dentro del contrato social establecido y aquellos que viven fuera del mismo.
La exclusión social es un dato de la realidad que es incontrastable y que, por supuesto, no nació ahora sino que es producto de políticas desacertadas e ineficientes, durante toda una década, que han creado bolsones de pobreza muy extendidos alrededor de las grandes ciudades.
Se sabe que la exclusión tiene consecuencias que moldean la conducta social. El asistencialismo y los subsidios, que el Gobierno distribuye como principal y única política pero, también, como parte de una acción clientelar muy marcada, no alcanzan a mitigar sus efectos más agudos. Pero además queda al descubierto que desde el gobierno no se intenta modificar esta situación de millones de argentinos porque el asistencialismo como única política social le permite tener cautivo a un gran segmento de la sociedad que depende exclusivamente de las dadivas del gobierno, está claro que este es el modelo del Peronismo, el modelo del kirchnerismo.
A nadie desde el gobierno parece importarle esta realidad social, más allá de los discursos populistas a los que nos tienen acostumbrados, la lógica con que se maneja el kirchnerismo es solo una: preocuparse por castigar al adversario, favorecer a sus “amigos”, poner frente a frente argentinos contra argentinos, y de la sofocante realidad social que viven millones de compatriotas nada, no hay respuestas, no hay política, no hay proyecto ni intenciones de solucionar esta grave problemática.


Pablo Eduardo Vázquez
09 de enero de 2013