miércoles, 9 de enero de 2013

La pobreza estructural el legado del Peronismo (I)


En la Argentina de hoy cada día es mayor la distancia entre la ficción kirchnerista y la realidad y ya no alcanza con discursos populistas para disfrazar la situación que vivimos cada uno de los argentinos.
            Cada vez queda mas evidenciado que los cacerolazos del 13 de septiembre y el 8 de noviembre no fueron manifestaciones aisladas de la clase media demostrando su descontento por no poder especular con el dólar debido al cepo cambiario ni por las dificultades que esto genera de vacacionar en el exterior, tampoco fueron manifestaciones fogoneadas desde las corporaciones “profetas del odio y el desánimo”. Esta es la lectura oficial que el Kirchnerismo realizó de tales manifestaciones y que dejan bien claro como el gobierno ha perdido la iniciativa, la capacidad de respuesta y por sobre todo la capacidad de lectura de la actualidad social.
La Argentina ha tenido una década de fuerte crecimiento económico pero este crecimiento no tuvo correspondencia con un cambio de raíz en la estructura social, mas allá de que la Presidenta continuamente en sus discursos recalca el carácter inclusivo de su modelo supuestamente “Nacional y Popular” y como ya hemos venido sosteniendo desde mucho tiempo atrás que esto es una de las grandes falacias del Kirchnerismo y que a través de este discurso trata de ocultar la verdad de su modelo que es favorecer al empresariado adicto al Kirchnerismo como por ejemplo y para citar a uno solo, podemos mencionar a Cristóbal López entre tantos otros.
            Como dijimos la raíz de la estructura social no ha cambiado desde la crisis del 2001, la marginalidad y la pobreza en nuestro país hoy representa y afecta a mas de 10 millones de argentinos y si a este número le sumamos los otros 6 millones de personas que son sostenidas por medio del asistencialismo y los planes, queda claramente al descubierto que durante la década K, la pobreza y la marginalidad en la Argentina ha crecido de manera sustancial.
            De igual manera y al mismo tiempo los más ricos son más ricos y los más pobres más pobres, las distancias en la argentina entre ricos y pobres ha crecido estrepitosamente y esto tampoco se condice con el falaz discurso K.
Estos sectores tan castigados por la desigualdad, la falta de equidad y sobre todo ante la falta de acceso a la educación y el empleo, sin posibilidades de ser parte del contrato social se ven sin presente y sin futuro y han elaborado una sub cultura propia un contrato social propio y por consiguiente una manera de vivir que los atrinchera en la marginación,  abriendo una brecha entre ellos y el resto de la sociedad. Aquí es donde entendemos que se genera una de las primeras y principales causas de la inseguridad en nuestro país, tenemos una sociedad fragmentada, partida, tenemos dos sociedades la que vive dentro del contrato social establecido y aquellos que viven fuera del mismo.
La exclusión social es un dato de la realidad que es incontrastable y que, por supuesto, no nació ahora sino que es producto de políticas desacertadas e ineficientes, durante toda una década, que han creado bolsones de pobreza muy extendidos alrededor de las grandes ciudades.
Se sabe que la exclusión tiene consecuencias que moldean la conducta social. El asistencialismo y los subsidios, que el Gobierno distribuye como principal y única política pero, también, como parte de una acción clientelar muy marcada, no alcanzan a mitigar sus efectos más agudos. Pero además queda al descubierto que desde el gobierno no se intenta modificar esta situación de millones de argentinos porque el asistencialismo como única política social le permite tener cautivo a un gran segmento de la sociedad que depende exclusivamente de las dadivas del gobierno, está claro que este es el modelo del Peronismo, el modelo del kirchnerismo.
A nadie desde el gobierno parece importarle esta realidad social, más allá de los discursos populistas a los que nos tienen acostumbrados, la lógica con que se maneja el kirchnerismo es solo una: preocuparse por castigar al adversario, favorecer a sus “amigos”, poner frente a frente argentinos contra argentinos, y de la sofocante realidad social que viven millones de compatriotas nada, no hay respuestas, no hay política, no hay proyecto ni intenciones de solucionar esta grave problemática.


Pablo Eduardo Vázquez
09 de enero de 2013


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